Los jóvenes nacidos entre 1997 y 2012, conocidos como la Generación Z, están accediendo al crédito más rápido que generaciones anteriores, pero en muchos casos lo hacen sin una preparación financiera adecuada. Según cifras de Datacrédito Experian, en 2023 el 26 % de las obligaciones financieras fueron adquiridas por personas menores de 28 años.
Este grupo etario inicia su historial crediticio principalmente con la compra de celulares, y posteriormente accede a tarjetas de crédito o servicios de pago por cuotas mediante aplicaciones. Sin embargo, muchos no comprenden aspectos esenciales como las tasas de interés, los plazos de pago o el impacto del endeudamiento sobre su capacidad económica a largo plazo.
Especialistas advierten que la cultura de consumo impulsada por las redes sociales, junto con la facilidad de los pagos digitales, ha generado una percepción distorsionada del gasto. Además, la escasa educación financiera contribuye a decisiones impulsivas que pueden derivar en sobreendeudamiento.
Estudios recientes, como los divulgados por la Universitat Oberta de Catalunya y la revista Nature, han demostrado que los métodos de pago digitales disminuyen la conciencia sobre el valor del dinero y fomentan el consumo emocional, al activar mecanismos de recompensa en el cerebro.
Por su parte, economistas como Óscar Manco López insisten en que es necesario promover hábitos financieros saludables entre los jóvenes. Proponen planes de ahorro y control del gasto desde etapas tempranas de la vida laboral, para evitar que el consumo inmediato comprometa su estabilidad futura.
En conclusión, el entorno digital y la presión social están afectando el manejo económico de la Generación Z, lo que pone en evidencia la urgente necesidad de fortalecer la educación financiera desde la adolescencia.